Raúl Daniel

NO PIENSES QUE ERES EL ÚNICO (ESPEJO 196)

 

No pienses que eres el único, hay muchos más,

otros como tú están esclarecidos y rompieron las cadenas,

aunque al principio también tú mordías los anzuelos,

nadando en la ignorancia como casi todo el mundo.

 

Cuando niño te educaron adecuadamente,

tu mamá, tu papá y demás parientes,

los otros niños hablaban lo mismo y ni que decir

de los maestros y profesores del colegio.

 

Creciste y te preparaste para el gran desafío:

ser buen ciudadano, buen padre y mejor marido;

trabajaste con ahínco y un buen día la conociste,

mitad princesa, mitad cenicienta,

frágil y convenientemente sensual.

Y te enamoraste estúpidamente.

 

La historia sigue igual a la de todos los demás;

noviazgo, casamiento, niños, trabajar y progresar;

siempre promoviendo y promoviéndote,

exigiéndote hasta el máximo que pudieras dar.

 

“Un varón debe ser valiente, a los machos no se les ve llorar,

no hay que ser mariquita, ¡todo se tiene que aguantar!,

hay que cuidar a las nenas, y sobre todo: complacerlas;

ellas en la casa y el hombre a la calle, ¡a trabajar!”

 

No te percataste durante muchos años,

hasta que el daño fue descomunal, pero al darte cuenta,

te fue imposible continuar, siempre la misma cantaleta:

-“Estos niños, ¡Que trabajo dan!,

 ¿Por qué llegaste tarde anoche?,

Va a venir mamá a quedarse algunos días…

¡porque estoy cansada de ser tu sirvienta!

Es agotadora la tarea de la casa,

¡alguien me tiene que ayudar!”

 

Ahora estás solo, rompiste el lazo,

no te gustaron las cadenas de la esclavitud,

te cansó el látigo en tus espaldas,

el atropello a tu personalidad…

y te dicen que estás viejo y te preguntan,

¿qué vas a hacer con tu vida? Tú no contestas,

¿qué podrías contestar?, ¿qué ya viviste tu vida?,

¿qué fuiste tan sólo un esclavo más?, un robado,

un estafado, un engañado por la tendenciosa publicidad.

 

Una publicidad que nos vende princesas fatuas,

modelos estereotipadas pintadas de oropel,

fantasmas de feminidad que poco tienen de personas,

explotadoras aprovechadas de la ingenuidad

¡en la que tienen encadenados

a casi la otra mitad de la humanidad!

 

Tú no les contestas nada ni les das la razón de tu divorcio,

aunque sabes muy bien qué es lo que harás:

Caminar libremente tu camino,

¡lo que sea que te quede por andar!