Como un fantasma al rincón de tu ciudad,
o como un sueño que nace en tu ventana existiré,
aunque me dudes, aunque me olvides;
pero ahí estaré en los colores del campo
creyendo cada vez más en la música de tu niña interna,
ahí estaré en las rosas que adornan tu retrato y tu sonrisa,
en esas gotas que te quiebran el aliento
al nacer en tus ojos y morir en tus labios, o mi piel;
ahí estaré cayendo contigo o volando sin tí,
desde el suelo, desde las raíces de mi árbol marchito
desde estas calles polvorientas o tu cielo bendito,
ahí estaré, niña mía, en el olor de la mañana
o muy oculto en la brisa que asoma en tu paisaje
viviendo contigo, cuidándote a ti
sin importar lo que pase, si me olvidas, si mi cuerpo se deshace,
ahí estaré pendiente de tí
cuidando tus pasos, olvidándome de mi.
porque cada vez que pienso en tu persona
ya no me importa nada las tristezas
porque ahí estaré compartiendo almas,
o al menos dándote todo lo que soy.