He besado un ángel.
Me elevó con sus alas
llenándolo todo de luz
y de repente,
como si de un sueño inocuo se tratase,
me hizo sentir que era feliz.
He probado su miel en un panal sin abejas.
Casi le llego a amar, cuando sus manos
me hicieron tocar el cielo.
Pero escapé de su rastro
y sin saber por qué,
sólo he dejado una huella
para volverle a ver,
antes de que se borre su luz.