Te quiero porque tus manos
tienen la suave caricia,
que despeja la tormenta
cuando algo me lastima.
Te quiero con tus enojos,
con tu entrecejo fruncido,
y con tus ojos absortos
en el diario del domingo.
Te quiero con tus silencios,
con tu mirada perdida,
y cuando buscas mis ojos
en la noche adormecida.
Te quiero en tu paso ágil,
en tu abrazo matutino,
y en el beso que te nace
desde el corazón vivido.
Te quiero cuando me amas
con avidez de dominio,
para encontrar mis secretos
y llevártelos contigo.
Beatriz Ojeda
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