Un llanto lejano adormece la noche
cubriendo una sangre inocente,
gritos llegados desde el oriente
niños caídos sin cenit ni ocaso.
Muertes que laceran nuestras venas
ante el silencio de este planeta
si hasta Dios bendice el asesino
donde está la vida y cuánto vale el alma.
Solo el vacío de unos pasos olvidados
podrán explicar en el tiempo la impotencia,
el dolor y la angustia de unas madres
llorosas sobre el cadáver inerte de sus hijos.
Es la tierra santa que destila odio
veneno y azufre de una raza
que lanza bombas a diestra y siniestra
que mata alevosa y nada pasa.
solo el universo conoce los designios
y deberá escuchar el llanto apagado de otra raza.
© Emig Paz