Mi alma prisionera encuentra su libertad a través de las letras.
Mi pluma, es la lanza afilada con la cual me defiendo.
El suave papel, escudo fuerte que me protege.
La musa, fuerza escondida que me impulsa.
Imposible se me hace contener todo lo que siento dentro.
La fuerza creadora, impulsiva, destructiva de mis sentimientos íntimos,
mis deseos profundos, son una marea en constante movimiento.
Suave tormenta del desierto, maremoto bravío del océano, calor infernalmente gélido.
Deseos, impulsos, pulsiones, pasiones son brasa candente que quema mi pecho ardiente, dejando una herida abierta, profunda, doliente, que solo puede curar el bálsamo fresco del amor…. en este momento distante.
Vivo, respiro, sueño, lentamente muero con cada día que pasa.
Tiempo que no puedo detener, te me vas entre mis dedos, como la arena silente de la playa olvidada, ignorada por mortal viviente.
Ardo de amor, ardo de pasión, ardo, ardo consumiéndome en una sed eterna que solo puede saciar los frescos besos de tu boca, amor ausente.
Mantiéneme vivo la esperanza cierta de morir entre tus brazos;
de reflejarme en los espejos claros de tus ojos;
de apaciguarme con el suave toque de tus cálidas caricias;
de adormecerme con el éter de tu aliento, de la sutil fragancia de tu cuerpo amante;
de concederme en la danza eterna del amor que anula todos mis sentidos;
de sentirme protegido entre tus brazos, escuchando la sinfonía perfecta de tu corazón y tu respiro…
De mis labios exhaustos brota una expresión profunda que resume todo mi sentir: ¡Te amo! ¡Te amo!, ¡Te amo! lo repito mil veces al viento, esperando que a tu corazón llegue todo lo que siento.