Ferea donati

LA HORA

De tus manos siquiera

un puñado de tierra,

ni aún con los ojos cerrados,

cuando en los bosques

languidezcan flores y cebollas...

Aún con los ojos cerrados

podré contemplar entre las peñas

el manzano.

Porque ayer vi el sol

que arrastraba las dunas

y ellas con lágrimas en los escollos

embistieron envidiosas

sonrisas.