Queda el alma sedienta y muy vacía,
que se llena de imágenes tan muertas,
hueca historia, palabras tan desiertas
donde formo indecible, mi poesía.
Es la misma tu sangre que la mía,
corre en almas de venas casi abiertas.
Por la angustia se caen estas puertas
donde encierro el dolor de noche y día.
Sigo amando, sin miedo a este tu juego,
que es morir en tu mano y resurgir
en la imagen que mira solo el ciego.
Clamo al tiempo y al sol el pronto vivir,
les recuerdo y les grito que me niego
en tus ricos deseos, no existir.