YO NO QUIERO SER POETA
Si por poesía entiendo regalar el oído de los que cortan los trajes a su medida. O si tengo que componer versos que alaben a su falsa idolatría.
Si mi poesía no expresa cabalmente cuál es la materia de la que se nutren mis más caros anhelos.
Si mis poemas van, sólo, a satisfacer los deseos de los que desnaturalizan y tergiversan la belleza, de los que no pisan nunca el polvo del camino
Si tengo que aceptar su censura encubierta.
Si la musicalidad ha de agradar a aquellos que se toman la potestad de sembrar consejos y sugerencias nunca solicitados.
Si cambio mis verdades por las suyas sin hacer nada por evitarlo.
Si les bailo el agua declamando lo que quieren oír.
Si la cadencia y el ritmo hay que encauzarlos por esquinas de oro y de marfil.
Si mi mano no sostiene lo que en mi corazón palpita, y mi poesía languidece entre las flores secas de un triste jarrón de porcelana.
Si tengo que recitar en voz baja y forzar un “sí” donde debiera gritar un “no” sólido y sonoro.
No seré poeta si no molesto con mis versos a las conciencias que yacen tranquilas el sueño de los resignados.
Si con ellos no sudan sangre y lágrimas.
No me requieran para declamar entre sofás y sillones de piel y caoba, pues no sirvo para eso.
Descuiden, entregaré mi placa a la salida.
Viento de Levante.