Volver por vacíos nocturnos
con ansias enclaustradas y fervientes,
ver su mirada deshojar margaritas
con la brisa enredarse en su cabello
pidiendo remedio ante tal alucinación.
Es mi silencio el remedio
aun lúgubre y silente, de espejismos;
volver, como la tarde florece con el sol
y la noche en la luna ansiada
origen del silencio a su mirar.
Quiero encontrar su mirada
con dulce de cielo encantado
deteniendo a las horas
cuando pasa furtiva y coqueta
y se aleja sin prisa a su batallar.