Dejemos por un momento nuestra imaginación volar
no siempre en la vida es necesario todo racionalizar .
¡Mirad, mirad las espumosas olas!
¡Escuchad, escuchad su clamores!!
¡Contemplad, contemplad el alto cielo!
No os perdáis disfrutar de este paseo
para sacar del corazón las frialdades
del tan largo invierno.
¿No veis que hasta quienes habitan en el Olimpo
han salido a gozar del inclemente febrero?
Es terrible con que furia se baten las olas
mientras rugen a la vez que vomitan espumas
que salen de sus entrañas preñadas de angustias.
Es tanto el dolor que les producen
las tempestades que el cielo les envía
que batiéndose contra las rocas
se despojan de la preñez que las angustia.
Gozad de este espectáculo amigos,
sólo tenéis que dejar volar la fantasía
y conseguiréis adentraros en el escenario
con mejor atrezo adornado.
Dejaros contagiar por mis lirismos
y disfrutareis de una obra que no es menor,
pues hasta los dioses del Olimpo serán actores
cuando dejéis subir el telón.
Lo que veis brillar entre las furiosas olas
es el tridente del Neptuno
que lo blande con energía
acusando al dios de los vientos Eolo
de las marejadas que provocan
temibles temporales
que los corazones encogen.
¡Mirad desde mi anfiteatro
y veréis a Neptuno
sobre las espumosas olas cabalgando
mientras Eolo con sus soplidos
a las profundidades
trata de enviarlo.
Escuchad el lamento
que salen de dulces voces
que entre suspiros angustiosos
se elevan de las profundidades
de los mares.
¡Oír con atención!
¿No son las dúctiles sirenas
las que claman con gran dolor
que se calmen las aguas
para lucir sus trajes
de brillantes lentejuelas
bajos los rayos del gran Sol?
Mirad como tratan de acicalar sus melenas
mientras no cesan de al viento volar
a la vez que las balancean olas
con furia sin igual.
al desear entre sus tersos senos reposar
de sus fratricidas guerras
que ninguno ganará.
¿No os veis que se van calmando los vientos
y las aguas se serenan?
¿No os dais cuenta que las olas agradecidas
con sus delicado va y ven acarician las arenas?
¿Ha de ser que los dioses del Olimpo
se retiraron a conciliar
para que las sirenas
sus rubios cabellos puedan atusar.?
Mirad como pretenciosos Neptuno
y Eolo enarbolan el triunfo de la batalla,
mientras las sagaces sirenas
abrillantan sus colas
sonriendo por ser ellas
quienes siempre ganan las batallas.
Las sirenas con engaños
una vez más lograron
que los absurdos guerreros
cayesen del caballo.
Mientras ellos especulan
como exhibir su poderío
ellas están certeras
de que no cederán sus encantos
a esos dos seres
que cuando se aburren
tocan a arrebato.
Se ha puesto fin
a tan belica obra
mientras se baja el telón
la realidad se impone,
a la vez que la soñadora
relata sus emociones.
Mirad amigos que con mis quimeras
mis propósitos consigo
y no son otros que distraer mi mente
de tanto desatino,
a la vez queda demostrado
que ni los dioses del Olimpo
se libran de ante las sirenas caer cautivos.
Luisa Lestón Celorio
Asturias - España