Del oro al fuego, de la risa a la piel,
todo perdura en una sola mirada
Nuevamente descubrí que mis venas transportan
rutas cardinales
y voces de madera seca
Aún resuena el eco que se estira en el tiempo
Un eco de aquello dormido,
de aquello que se mece como un niño
en su columpio de cordel trenzado
La brisa viaja dormida en una canción de
jazmines y de amapolas
se hace rumor dulce tejido con el misterio
del olvido
Soy y no estoy,
en esa estrella que ya se esfumó
en la transparencia más profunda de la noche
Y entonces envuelto de tantas capas de noche,
tomo mi barca sin tripulantes amotinados,
mis olvidos,
los uso de almohada y duermo en el Sueño