Tengo
la obviedad
de tu nombre,
tatuado,
dibujado,
calado en mi piel con tus labios.
Sin pronunciarlo,
sin decirlo,
sin gritarlo,
lo llevo grabado,
adosado a mi costado,
hecho carne entre mis dedos
y en mis huesos
te resumes despacio.
Desprotegida de vida,
queda mi alma,
si te apartas
el infinito espacio de un respiro.
Es tu aliento,
alimento,
caricia,
diluida saliva,
por el vientre,
en el vértice de tu ombligo naufrago.
Imperfecto amor
que te deslizas,
entre mis senos,
equilibrando
tu deseos con mis ansias.
Me pronuncias,
en cada abrazo.