Las necesito.
Para mi tranquilidad,
mi serenidad.
Para seguir manteniendo
la Fe.
Tus manos,
tu piel,
forma una parte
de las mías.
Sin ellas,
no podría
ser feliz.
Es tal mi necesidad
de ellas, que si no
las tengo,
es como si me faltasen las mías.
Tú me comprendes.
Y yo...
a ti, tanto...
que sin ellas
no podría VIVIR.
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 14/03/2015)