Ya nada queda de lo que era mío
mi alma y corazón son todos tuyos
mis glorias y derrotas ya te pertenecen
como la resurrección que tanto espero.
El tiempo que me das es como agua en mano
dueña eres de aquel hastío que ya siento
cuando espero la calidez de agosto,
el sueño de amor que fui creando
te pertenece todo, como la mirada
extraviada en el horizonte.
Eres mi dueña y sin protesta lo acepto
aunque me llevas sobre cielos indiferentes
y tierras donde se ha sembrado amarguras,
me brindas soledades que he absorbido
dentro de mis noches llenas de desesperaciones.
Y me gobiernas con tus besos extraviados
soslayando la intención de alejarme,
es tu voz lo que demando
cuando lloro escondido en tu pecho,
es mi nombre sin acento por tus ojos nombrado
en la lejana caricia que no has dado,
eres mi dueña y señora, mujer sin compromiso
ten piedad de la dicha que siento
cuando me abrazas aprisionando mi alma,
se mi dueña siempre y viste de amor mis poemas
que este amor desnudo que te profeso
es reflector del mar y sostén de mis lamentos.
Siendo la prisión que mas deseo
vivo ciego ante tus malos quereres,
aunque la angustia viva en mis placeres
sé mi nube de palabras y noche de poesía.