¿Quién alza la voz por mí?
Quién ha cruzado el sendero?
¿Quién ha sembrado el oprobio?
¡lobo con piel de cordero!
¿Quién echó ceniza y barro
al agua de este pozuelo?
¿quién mis lágrimas desgrana?
¿quién disfruta mi desvelo?
¿Quién se acerca hasta mi tumba?
¿de quién espero el consuelo
si de aquél que lo esperaba
me ha arrastrado por el suelo?
¿A quién le di los honores
que hoy se oculta tras un velo?
¿en quién creí, que hoy se olvida
de mi nombre y de su credo?
¿En quién creer, sino en mí?
¿quién se me enreda en el pelo
que me ha traído la noche
más larga del desconsuelo?
¿Quién la tortura me brinda
con su verbo traicionero?
¿quién sin fusil me ha matado?
¿quién me ha vestido de negro?
Mil veces Dios lo castigue
cien mil, las que lo aborrezco
que quien hoy pisa mi nombre
fue dueño de mis afectos.
Si preguntara por mí,
que le digan que me he muerto
y que maldije su nombre
en mi último pensamiento.
Que un cobarde no se hace,
que lo es por nacimiento,
quieran los dioses que llore
hasta su último momento.
Que el diablo se lo lleve
al infierno de regreso
que no lo encarcele nadie
que de sí mismo, ya es preso.
Inma Diez