Hasta dónde ha de llevarte
este extremo egoísmo
que tienes hacia mi persona.
Estoy viviendo momentos
terroríficos, y tú me
lanzas fuego sobre mi cuerpo.
No se parece en nada
al fuego que antes sentían
tu cuerpo y el mío.
Fuego de amor pleno
y constante.
Nuestras manos nunca
estaban quietas.
Siempre las mías
acariciando tu piel.
Las tuyas constantemente
puestas sobre mi cuerpo,
para después hacer el amor...
Y hoy, nos comportamos
como dos desconocidos,
como dos enemigos.
¡No puedo creerlo!
Me estás haciendo vivir
en constante lucha,
la cual me está
dañando el alma.
Sientes placer en tus ojos,
indiferentes, vengativos.
Distintos a los de antes,
exorbitados de gozo
y de placer.
No continúes dañando
mi alma.
¡Termina de una buena vez
con tus celos!
¡Te aseguro que estoy cansado!
¡Quiero vivir en paz!
Ya no puedo soportar
más esta situación...
Démonos una tregua.
Decidamos como adultos
qué ha de ser
de nuestras vidas...
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 16/03/2015)