Vengo a ti descubriendo aquel olvido
sin edad, sin dolor y tan extenso
como manto celeste, es incienso
de un amor que me quema como acido.
Vengo solo, sin alas y abatido,
sin valor, sin luchar quedo indefenso,
abjurando mi ayer, no tiemblo, pienso
que el amor es tormento no vivido.
Ya estoy nuevo de todo, alma pura,
como quien no conoce la escritura
de otra mano en el folio de su alma.
Vendrán otras mujeres en bandada,
a dejar su obra en mí, esperanzada
mi razón volverá a tener su calma.