Luna Purpura
Oda al escudero
Mis callados dedos te conocen más que yo,
ellos rememoran en cada amanecer
la virtud de tu presencia,
el castigo de tu ausencia.
Culpo a tu sonrisa,
eterna mi debilidad.
Culpo a tus pupilas,
débil a su intensidad.
Envuelta entre letras y letrados,
intento buscar respuestas
que la luna se niega a dar.
Sometida a mis versos
inspirados en tus besos.
Los pergaminos no soportan
El peso de estos escritos,
de inmortalizar este amorío,
como el corazón no tolera
y explota con todo y mis caderas,
la soledad de mis huellas en la arena.
Mis honores a tu voz,
que anestesia mi sentir,
y colorea mis mejillas
de carmín.
Bendito eres escudero,
Por el fuego que provocas
Por la profundidad de tu mirar,
Y el brillo de la pincelada que adorna tu boca,
y hasta volverme un poco más loca.
En este largo muelle,
donde resido esperando,
me consumo varias veces,
en falsas esperanzas
e ilusiones vagas.
Mientras los segundos se me están acabando,
mantengo enjauladas mis emociones,
capturo los instantes,
y elaboro mis álbumes
para que cuando el ocaso llegue,
podré acudir a mis neuronas
y dibujar un poco de estrellas
para sonreírle a ellas...