La aurora destilaba
un nuevo día...
una miriada de estrellas
precipitábanse desnudas,
y entre las rocas
mis amores
porfiar querían...
en un universo
de lisonjas,
y sin embargo...
tu voz...
ya no me nombra,
no me nombran
tus labios quedos...
entre sonrisas de jazmín
y de amapola,
mas tus ojos me dicen
lo que ocultas...
tras un velo
de sutil indiferencia,
y entre olas y olas
y amargas caracolas,
tu voz...
ya no me nombra,
y nombrar no quiere
camino, polvo,
dolor y llanto...
y silenciosa espuma.