El poeta en vela

La decadencia del fin

Una oscura mancha de mezquina
maldad se nos cierne,
y veo como a bocanadas
corazones ajenos absorben,
carentes del sentir ajeno
se corrompen,
contagian como una enfermedad
maliciosa,
vomitando su malintencionado
riego de odio.

 

Incautos, ineptos, inadaptados,
intolerantes,
inconscientes de sus turbulentas
intenciones
inconscientes de sus consecuencias,
que caen como fichas de domino
que si cae una, caen todas.

 

Algunas inmunes almas,
innumerables,
todas,
todas son vulnerables
y todas invulnerables
al mismo tiempo.

 

Algunas valientes,
se atreven,
mas tarde se aferran
a empapar
sus seres
en el sentir,
de emociones que rompen
desde el fondo,
rompen cadenas,
iluminan, fluyen
afloran, medran
emociones colapsadas,
estancadas

 

Y al igual que aquella mezquina mancha,
en controversia,
la bonanza, la empatia,
de aquellas almas,
riegan del mismo fruto
a las demas

 

Los que lloran por tristeza,
por alegria, por compasion
los que rien por jolgorio,
por euforia, por felicidad
Los que rien por no llorar
Los que tienden la mano
para ayudar
Los que son incapaces de sentir
la injusticia para los demas

 

Esos corazones bombeantes,
esos sentimentales,
que sienten y padecen,
Aquellos que ven
que todas las sangres
son rojas,
que todas las sangres
salen de una herida
Esos ni van al cielo,
ni se lo tienen ganado,
ellos son los dioses.