Raúl Daniel

POR LAS DUDAS... (ESPEJO 76)

 

Por las dudas... si sucediera

que una mañana de éstas,

no acudiera al llamado de mi puerta,

no es que me guste la idea,

quiero vivir, como cualquiera...

¡pero es tanto el lío de mi vida!,

está tan enredada y con problemas

que no puedo evitar los pensamientos,

pensamientos tristes, pensamientos negros,

pensamientos de andenes y de puertos.

 

Así qué, como dije, por las dudas,

es que  quiero escribir mi testamento.

Más que esto, es despedida,

es ultimo lamento,

un decir adiós a mis viejas penas

es huir, porque no aguanto más heridas,

porque todo el amor que siento

ya no cabe dentro de mi pecho,

y, ¡pobre y viejo! sólo me queda

recoger los menosprecios.

 

No me sirvió de nada la poesía,

¡por eso siempre me negué a ser poeta!,

pero me enamore de Jesucristo,

¡ahí comenzó mi dolor y mi pobreza!

 

En el frente de mi casa, en dos chachi,

florecen mis orquídeas,

unas rosas, en el jardín,

completan esta fiesta...

puedo morir tranquilo,

ya me adornan las flores

más apreciadas de la tierra.

 

Me llorarán unos cuántos, estoy seguro,

los mismos que después me olvidarán,

las mismas mujeres que no quisieron,

paliar, ni brevemente, mi abyecta soledad.

 

Mis versos quedaran esparcidos en el viento,

así como las caricias que no di...

y mis besos, esos que tenían

escondidos estrellas y luceros...

(y que ¡terminé arrojándole a los perros!)

 

Muchos dirán: ¡me amó!... y será cierto.

No pude sustraerme a dar,

porque dar es mi sustento,

y amar es dar, así que amé mucho,

a muchos y muchas...

Pero no me entendieron;

nadie ¡nunca! pudo ser mi continente

¡ni mucho menos aún, satisfacerme!

 

Soy insaciable en el dar y en el amar,

soy sol y luna, soy fuego... cielo,

soy aire y nube, soy agua... hierro.

Nadie entiende mi idioma

y nadie cree que yo conozco

lo secreto de sus mentes...

y debo sufrir el horror

¡de leer sus pensamientos!

 

Por todo lo anterior es que confieso

mi culpa, ¡que a ninguno se le acuse!

si algún día, cualquiera de éstos,

cuando llamen a mi puerta,

¡no los atiendo!