Hoy yo tengo el alma herida
por nuestro futuro incierto,
porque alguien a nuestro huerto
quiere echarle fungicida
y lograr que la bebida
de esas plantas, esas flores
se queden ya sin olores
huérfanas de toda vida.
Yo aquí les tiendo una brida
para atar a bruñidores.
Ciudadanos soberanos
vosotros sois el poder,
no dejéis que el buen hacer
se os escape de las manos.
Muerte ya a los cirujanos
que os quieren diseccionar
sólo para ellos medrar;
cruentos son, son matasanos
que a otros tiempos muy lejanos
os pretenden retornar.
Por vosotros, vuestros hijos,
vuestros descendientes todos,
huyamos de viejos modos,
salgamos ya de escondrijos.
No volvamos a cortijos
de señores indecentes
que os lavarán las mentes
cual si estuvierais beodos.
Y a los reyes visigodos
tengamos siempre presentes.
No permitais que indigentes,
gentes de mala calaña,
pretendan hundir España,
seamos, pues, diligentes.
Que el agua de nuestras fuentes
es blanca, límpida y pura
y aunque ahora la amargura
discurra en sus afluentes
renacerán alicientes
pues este mal tiene cura.
Ciudadanos, ciudadanos,
gentes nobles y sencillas,
evitemos las rencillas,
pues todos somos hermanos.
Por la patria, por su historla,
que al noble pueblo español,
le esperan horas de sol
y grandes días de gloria.
Disfrutemos la victoria
jugando en el mismo rol.
Que esta historia no fue un cuento,
que se forjó día a día,
con esfuerzo y alegría
y con inmenso talento,
usando un buen pegamento,
pan, trabajo e hidalguía,
buena dosis de energía
en constante movimiento.
Y ahora ha llegado el momento
de afianzar su valía.
Obviemos a quien proclama
ser de izquierdas o derechas.
que esas son frases barbechas,
que eso es sólo una soflama.
Que el país lo que reclama
es que haya buenos gestores
que repartan los favores
por igual a los que ama.
Cure a los que estén en cama
y les calme sus dolores
Andaluces, madrileños,
nuevos, viejos castellanos,
baleares y riojanos,
catalanes y extremeños,
vascos, canarios, murcianos,
cántabros y aragoneses,
gallegos y mellillenses,
y ceuties y asturianos
navarros y valencianos,
¡y tú, pienses lo que pienses!
Y aunque seamos diferentes
y pensemos tan distinto,
bebemos el vino tinto
y el agua en las mismas fuentes.
Pues que aquí somos iguales
y aun por distintos motivos
son los mismos objetivos
de esperanzas a raudales,
nunca ilusos, muy cabales,
lo que nos mantiene vivos.
No esperen a iluminados
a resolver los problemas
o a personas que son memas
que os impongan sus candados;
a los que son convertidos
impresentables, creidos
o a los que son sobornados.
Pues terrenos abonados
no serán nunca perdidos.
Ciudadanos, ciudadanos!
¡qué palabra, qué hermosura!
¡qué compendio de ternura!
¡cómo rimas con hermanos!
Cantemos todos unidos
al ritmo de esta canción
uniendo fuerza y pasión
por los tiempos ya vividos.
Con nuestros cinco sentidos
y con un solo corazón.
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Donaciano Bueno Diez