He visto desde la profundidad del mundo,
desde los crepúsculos esperanzados,
desde la nube blanca enlazada al mar,
la triste soledad de mi pueblo amado.
He mirado, mientras callaba la noche,
el trepidar de las penas apretadas
que engullen obreros en los campos
mientras encienden amores de la nada.
Innumerables he contado los lamentos
de los perseguidos , de los provocados,
entremezcladas rabias y dignidades,
infamias y noblezas sin pasado.
Te he esperado justicia, en las montañas
descender en tu potro sin bridas ,
entre relámpagos azules engarzada,
con tu mano serena cual vasija de vida.
Inertes inútiles horas han concebido
tu llegada vestida de canto transparente,
derribando las murallas indolentes,
pero aun tardas y yo no sé cómo eres.