Ando buscando un lucero
que temeroso titila
y en el cielo se perfila
por sus ojos de hechicero,
yo solo encontrarlo quiero
para llevarlo a mi casa
con su destello que abrasa
y su luz incandescente
a ver si ilumina mi frente
con lo tenue de su gracia.
Ando buscando una piedra
con blanduras en excesos,
que nadie la quiera por eso
por la extrañeza que encierra.
Que no sea nada tierna,
que esté ajena a toda belleza
y esconda con sutileza
su áspero y rocoso aspecto,
mostrando en modo perfecto
el adiós a su dureza.
Ando buscando un mendigo
que no tenga el alma buena,
que no recoja monedas
ni migajas de pan de trigo.
Que no tenga a Dios por testigo
de su estado deplorable,
que tenga la risa afable
y muy bonito el semblante
sin la pestilencia asfixiante
de su aspecto deleznable.
Ando buscando un poeta
que no haya escrito versos,
que su musa esté en receso
divorciada de las letras,
que sus cuitas indiscretas
no hayan sido motivo
del caudal inspirativo
y el dolor que lo trastoca
ajeno a versos y prosas
por negligencia u olvido.
Si ven a la piedra o al lucero,
si ven al poeta o al mendigo,
pedirles de corazón yo quiero
que se comuniquen conmigo.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela