Me gusta discutir, soy un discutidor,
lo reconozco. Y disfruto discutiendo.
Y es que yo en la diatriba uso hago de una criba
donde mato muriendo.
Allí se van cerniendo
ideas y opiniones,
razones, sinrazones.
Cada uno en su mortaja.
separando va el salvado de la paja.
Yo aquí tomo un pedazo
y todo lo que yo pienso allí lo expongo
sin que haya engaños ni recurrir a tongo,
en un momento y lo cribo en mi cedazo.
Es un divertimento
donde a cada momento
reto a mi contrincante,
un paso atrás doy, tomo aire y me detengo
para otro impulso iniciar hacia adelante.
Y azuzo a mi cerebro,
mi caballo desbocado y galopante,
clavándole la espuela,
sacando sangre como una sanguijuela,
o con la afilada aguja que allí enhebro.
Recurro a la memoria,
a refrescar la historia,
desde mis primeros años en la escuela.
Cada cual en su ducha
soltando va su speech, sus comentarios.
Yo escucho, reconozco, poco, a veces.
En tanto veo te creces
voy repasando mi contra argumentario
que replicar yo intento
recurriendo a esdrújulas del diccionario,
si aquí dijera lo contrario es que miento.
Y al final, caballeros,
alzamos los sombreros
y nos damos la mano.
Para mi la contienda,
es pura adrenaliza,
un aura dulce de música divina.
Y es así al final, con corrección y enmienda,
que bajamos el cierre en nuestra tienda.
Y es que la polémica
ni es dolencia endémica
ni tampoco pecado
¿Discernir, discutir, confrontar opiniones,
o querer descubrir si hay otras razones,
acaso es algo malo?
¡Quién dijo que pensar,
con el cerebro algún día ha de acabar!
Por hoy ya me despido he terminado
esta disertación y no he polemizado.
¿o sí?, en mi es algo raro.