En el fugaz paso de la felicidad por mi ventana,
me quedé en un paso hipnótico observando su destello,
atrasado, arrastrando pupilas dilatadas,
sumergido en tantas lágrimas dentro del estado taciturno,
iluminado apenas por fantasmas estelares,
desesperado en cuestión de la incertidumbre metafísica,
ya no hay auroras boreales, se acabaron los péndulos mágicos,
se han agotado las reservas del amor, debo morir.
En tanto difamaba sobre la felicidad, la estrella pasó y olvidé pedir mi deseo.