Esa voz que se oye lejana,
es como tu vida,
en esa voz arropo mis esperanzas,
porque es tuya y vive flotando en mi aliento
como suspiros que se desbordan
en tonos y palabras.
Ajena a la estridencia del día a día, esa voz,
se escucha leve, aterciopelada,
que hasta acaricia el oído,
como si un beso me tocara el alma, tan despacio,
cual corriente de riachuelo de agua clara.
Esa voz es solo un susurro, brisa entre las ramas,
con intimidad de noche oscura
y placidez de luna clara.
La escucharía al decrecer los soles
en las tardes de otoño bronceadas;
la escucharía sin interrupciones
hasta el nacer de la aurora sonrosada;
se queda la mirada fija, en ojos de sombra,
que descargan nuevas ilusiones paralelas
y aunque mudas, cuentan con su resonancia.
Esa voz, eres tú, rozando mis mejillas,
estremeciendo mi espalda, amor suave,
lento, como corriente de agua calma.
Grítame que te escucho,
o háblame con tu silencio, que esa voz
que es tu vida, que eres tú, me brinda
más de ti en cada palabra.