La bella princesa no tiene recuerdos,
despierta de un sueño, despierta a la vida,
está confundida, está anhelante,
no sabe que un mundo tiene por delante,
un mundo con ciencia, con arte y belleza
y que es esa última, justo, su parte.
Le angustian dolores que, cree, le esperan,
le angustia el amor y no tiene idea
si este es algo bueno… o sólo dolor.
La princesa sueña con una quimera,
con niños que no andan
mendigando en calles,
con niños que van a la escuela…
la princesa sueña…
la princesa sueña una patria mejor.
Quiere que su vida sea de provecho,
quiere hacer el bien, quiere dar amor.
Pero ignora cómo se hacen estas cosas,
y busca consejo,
y llorando golpea las puertas del cielo.
La princesa quiere…
la princesa anhela…
la princesa sueña, pero ella aún es
casi una nena que recién despierta,
y, no sabe la princesa,
que ella misma es el sueño:
¡qué tantos quisieran!