Armoniosos eran los caminos iniciados,
en las mas tierna e inalcanzable infancia,
azaroso fue el destino despiadado,
que los condujo a tierras extrañas.
Inocentes eran sus manos lindas,
que la codicia ignorantes desechaban,
ayer los lazos unidos en sueños y confianza,
hoy débiles, son latigazos de amargura y añoranza.
Viajeros perdidos bajo la arena densa de un desierto,
ciegos de corazón, aún siendo videntes del sol abrasador,
mortífero el veneno sin antídoto empapando lento,
herencia de sangre ponzoñosa sin escrúpulos y sentimientos.
Necesarios son los amigos...,
imprescindibles son los hermanos...,
¿cómo puede un ser humano desechar lo no desdeñable?,
¿es capaz la naturaleza de dar la espalda a su pureza?.
Poderoso es su legado que otros intentan derrotar,
con batallas engañosas conduciendo sin reparo a distanciar.
Hermanos se decían llamar, con voces primorosas,
con juegos al atardecer, riendo de cualquier cosa,
cuentos de noche abandonados...,
nanas de cuna que se ahogaron...,
la mano se solían dar, si tropezaban al andar.
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