Te soñé entre rocas y acantilados,
entre el sol que bañaba mi desnudez
y la luna que me acariciaba entre sombras.
Ya en la arena como cobijo, nos entremetimos
y así nos encontramos en una concha como hamaca,
entre caracoles que bailaban
y gozaban de ese encuentro,
que suspendido en un latido
compartíamos en alucinación,
sin aguardar el futuro
y muriendo en la maravilla de la quimera.