En el piso fría lo estabas
tu sudor recorriendo la piel;
tus piernas eran el camino
hacia aquel nuevo amanecer.
En el frío piso me mirabas
cruzando tus pupilas mi ser;
tus brazos me hacían alas
para que pudiera el aire ver.
En el piso frío me tomaste
haciéndome que todo era tu ser;
ahora se que ningún desierto
será lo suficiente para perder.