Protégeme, Señor, de la locura,
Que me impida tu verbo conocer,
Para gozar el sublime placer
De sentir en mi vida tu ternura.
Hazme digno de disfrutar la pura
Y blancuzca magnitud del querer
Con toda mi pasión a la mujer
Que me abraza y me besa con dulzura.
Haced, Señor, que tu misericordia
Cubra a mi resentido corazón
Por tantas frustraciones recibidas
En este mundo lleno de discordia
Del verde sentimiento del perdón,
Del ungüento que sane mis heridas.