Para no perderte hacen falta de todo, como llevar una luciérnaga a la oscuridad de tus tristezas.
Para no perderte, es necesario mantener viva la llama de la hoguera que calienta a cada instante tus deseos hacia mi; como la radiación de el gigante astro que todos los días te abraza en su infinita e incansable luz que te besa.
Para no perderte, sembrare un viñedo, donde la tierra sea la más fértil y adecuada, nunca te faltara agua, ni el arado que son mis manos, esas manos que han de surcar como caricia cada parte de tu cuerpo blanco y celeste.
Para no perderte, seré el alimento que come y apetece tu espíritu, seré la golondrina que vuela muy cerca sobre la tierra, desafiando las leyes de la gravedad sin que nada se interponga.
Para no perderte, haré barcos de papel, para que deposites tus miedos y se vallan de una manera muy linda, y naufraguen sin que tú los veas o te des cuenta.
!Oh! Amada mía que insensato soy cuando te amo, que insensato soy cuando te olvido, que insensato es quererte y amarte sin medida alguna.
Todo se torna dulce azul, como la cáscara del cielo, con aroma a hierba buena.
Para no perderte, he de encontrar el punto g de tu corazón, punto que nadie más ha tocado, como la virgen que aún no existe y de la cual yo soy devoto.
Secaría cualquier océano para abrir camino a tu destino, sería la gota que derramé el vaso cundo de amar se trata.
Qué sería de mi vida sin el beso que besa mi alma, qué sería de este mundo tan obsceno si estuvieras descalza.
¡Oh! amapola bendita que alimenta la soledad por la falta de tu presencia.
Para no perderte he de permanecer perdidamente enamorado de ti, pintaré árboles frutales, prados y molinos de viento sobre los mares.
Amor de mis amores, vida de mi vida, por esto y mas, mi existencia te la dedico a ti.
Para no perderte.
Marc Téllez González