Cavilándo por los sueños de tinieblas,
me encontré con un mundo de penas,
gente ahogándose en sucios lugares
de apuestas y no de acciones.
Tenían una inusual sonrisa roja,
que atizaba la incertidumbre de saber,
si algún día se les vendrá la marea
que bañe sus dolores de no poder.
Mas el penoso sueño me hizo despertar
con gotas tenebrosas en la frente.
Intente abrir la ventana,
y no vi sol que me caliente.
Hay camino mío! no me desampares,
no me dejes solo, con este pesar.