Yo te poseía, poesía;
tus esplendorosas alas
me dejaban ver el éter
de donde surgían inefables
las más bellas palabras.
Yo te poseía, poesía;
de la luz, simiente virgen,
creadora del Universo,
diáfana albura de mi esencia,
eres el amoroso espíritu del verbo.
Yo te poseía, poesía;
en mi dicha e inmaculado fulgor
afiné la cadencia de tus ritmos
y cual vino del cáliz divino
te ofrecí en el ara de mi amor.