¡No te amo!.
Así condeno el sentimiento que despierta
cada vez que me topo con tu mirada distraída
y tu apatía desconcertante.
No te amo.
Y lo digo como un mantra.
Así tranquilizo a mi espíritu que revoltéa con tu encuentro.
Que se vuelve una bestia deseando escaparse,
y consumirte y atraparte. Pero aun así:
No te amo.
Y es más que una simple negación.
Es casi un himno libertario,
porque en tus brazos de arresto se encierra mi vida,
y en tus besos se condena mi alma.