Tus palabras me hieren tan mortales
con el filo de lanza de guerrero,
me hacen trizas y dejan un reguero
de nocturnos suspiros terminales.
Tan directas, tan ciertas, naturales
como el aire tan frío mañanero,
con acento de tango o de bolero,
y un estruendo que rompe los cristales.
Me lastima escucharlas y asesina
el saber que son ciertas en mensaje
y me dejan envuelto en su neblina.
Tus palabras son incierto personaje,
que destruyen la vida y la fulmina
con la clara verdad sin maquillaje.