sanzsant

EN TU BANDERA.

Hoy, me di a ti de nuevo, y en todo momento cual volcán virulento el grito de la noche; más callada en silencio prendió eterno.

¡Ahí!... donde se profanan cómplices los silencios más íntimos de la carne, donde se planean sin palabras acertijos que en la piel se hallan, que se resuelven entre dos, que se saben... ¡y se anudan el alma!.

Me he dado a ti más allá de la palabra o de cualquier silencio; incluso mas allá de tu desnudez o del vértigo; más allá del abismo... Ese en el que a veces me pierdo cuando sin darme cuenta en ti me adentro... más allá de la piel y de las huellas dactilares que en la noche se agitan sobre tu carne estremecida.

Que desnudan tu alma... y en el filo de ese instante, siento como al fin de todo me muestran a tus realidades; esas que no me asustan, pero me provocan... Que me atraen y me cortejan, que me atrapan y me descolocan...

Hoy volvió a pasar; no pude con el peso de los sueños, hoy caminé por tu mente... mucho mas allá del deseo... Hoy mis pupilas... humedecieron los años y los jirones de tu piel, y tu sonrisa gimió mi nombre, aun cuando el silencio era mayor que la distancia que nos separaba... Hoy comprendí amor; ¡que éramos eternos!...

Ésta mente mía, que tan frágil como espuma... que tan dura como roca... ¿Quién lo diría...? que aún estando cuerda... ¡Ella esté tan loca...!

Pero no... no estoy ni está loca mi mente; pues es pensar que a veces la poesía es tan simple como un susurrarte \"te extraño\", y ensortijando tus cabellos evocarte y traerte hacia mis brazos.

Por tanto, y por tu causa medito; que el amor va más allá de una palabra, el amor es actuar y no sólo decir; el amor no calla, se expresa; el amor no se esconde... El amor por ti... para mi es infinito.

Es respirar hondo... y masticar lentamente una a una las lágrimas que te nombran, que te gritan, incluso  te reclaman...

Tan cerca... pero tan lejos... tan lejos... ¡pero tan dentro!...

Hoy también dejé que mi nombre acampara a sus anchas por tu vientre... pues no hay modo ni tuve fuerzas para exiliar a quien amo de mi mente...

Te hablé, y escuchaste, yo sé... te dije ven...: pronunciémonos deletreando con el marfil de nuestros dedos ese puzzle vivo de nuestras bocas hambrientas. Ven... ¡anudémonos!, y que entre las flores de tus muslos se columpie sin prisa la exacta medida de mis caderas. Ven... concluyámonos, que de mis labios brotará el verbo preciso que te completa. Ven... abrázame, y que cuando muera la tarde sintamos los dos que el mundo nos sobra si estamos cerca...

Dejáme saber una vez mas... que después de tus ojos... ya no habrá regreso... 

Deja que ¡yo!... mortal... y en el umbral de tus caderas, contigo pueda enhebrar el alma de mil maneras, y presuma feliz de mis gozos  pues al fin glorioso, habré asentado plaza

                                                              EN TU BANDERA.