Mi amado y deseado Caballero,
Que no se cansa de luchar y cabalgar,
Gusto de servíos al menos como mechero,
Ya sea alumbrador o sea como farolero,
Que a fin de cuentas, luz os he de dar.
Lo único que os advierto y digo
Es que no os salgáis de vuestro lugar,
Y esta noche, mecha, mechero y fuego
Os he de dar. No me hagáis esperar,
Y presto volved a éste, vuestro hogar.
Mi Señor, el lecho he vestido de gala,
Y he cubierto de seda cama y sala,
Para que sea pues, usted bienvenido,
Pues hoy muy guapa me he vestido,
Con ropa de sedas breve y elegante.
Mostraré a mi Señor torso con antifaz
Aunque de talla un poco más audaz
Tenga mi intención a buen talante,
De mi ofertorio tan tenaz como voraz
Para mi Amado Caballero Andante.
Hoy, vino del más fino, he servido,
En yelmo de oro de Mambrino,
Mecha y mechero, en lumbre, y la pira
Ya está hecha, y la vela, ya prendida
Con aromas de incienso y de almizcle.
Amado, dulce y galante Hidalgo,
Ved cuánto os amo, mi gentil Caballero,
Mirad con cuánto gusto os he esperado...
Más veréis que lo que realmente quiero
Es poder teneros y sentiros a mi lado.
Y por ello os agradezco si accedéis
En tan gran despliegue ornamental,
Me permitáis acariciaros y besaros...
Es mi más altivo anhelo con vos...
Lo demás ya sería cosa más animal.
Nada es comparable a vuestra sonrisa,
Y a los destellos de luz en la mirada,
Al fuego en vuestro latido y la pasión
Que enfurece vuestro ancho pecho,
Y alborota a mi pobre corazón...
Guardáos Señor conmigo esta noche
Bajo sedas, y acariciemos los sexos,
Bebamos con nuestros sentimientos
Y empecemos este amor desmedido
Que todo ello es bien sentido y merecido.
En nuestra alma queda bien hundido...
Y ay de vos si pretendéis sacar
De nuestra fosa esa cosa deliciosa,
Por eso os pido, que en esta noche
A mi lado, en mi aposento os quedéis.
Pues como crucificada me tendréis,
Así que hoy no recéis ni armas veléis...
Dejad que la voluptuosidad manche
Nuestro santuario y altar esta noche,
Que se os acabe lo santo hoy solamente.
Pues he de beberos completo a vos,
En cuerpo, en alma y en pensamiento…
Sin perder coraje hasta que quede yaciente.
Si te hace sentir bien mi simiente,
Tomad y deleitáos mi fiel sirviente...
Que es el momento de a vos cubrir
Con los más preciados cumplidos,
Pues sois para mí lo más querido,
Y hasta hoy, lo más amado y deseado,
Así acabaréis esta noche conmigo hilvanado.
Y después, mi cuerpo habréis de recorrer,
Enjugando cada gota de simiente y sudor,
Hasta que quede yo exhausta y sin razón,
Hasta que yo duerma y pierda control
Hasta que aparezca de nuevo el sol.
Despertad Señora, la alondra ha cantado,
Mirad la luz, que el nuevo sol ha nacido,
Ved este hermoso amanecer, ved el alba
Oíd la matutina melodía desencadenada
Mas aún estáis tendida en vuestra cama...
Pero mejor es que os cubra y os resguarde
De todo aquello que afuera os reclama,
Mejor es besaros que al mundo exponeros,
Mi deseo es quedarme a vuestro lado,
En un abrazo sin fin, de vos abrazado.
No, no despertéis, quedáos como estáis
En ese lugar donde yo solo puedo verte,
Y tocarte, y amarte, y besarte y mimarte,
Y esconderte lejos del mundo parlante,
Hacerte ausente de todo lo indigente…
Quedaos en mis brazos, en vuestro lecho,
Cerrad vuestros ojos y más no despertéis,
Seguid soñando y yerto dejadme veros,
Tierna, inocente e inmóvil como estáis,
Y conservaos para mí solamente...
Dejadme cubriros con el humor de mi manto
Dejadme calentaros con mi piel ardiente,
Para que escuchéis sólo de mi alma el canto,
Para que el idilio sea dueño de este accidente,
Y que perdure para siempre este encanto.
Félix Cantú Ortiz
México