Ayer tarde
de tu belleza, cautivo quedé.
Ternura derrochabas.
De cada poro de tu cuerpo,
fogosidad destilabas.
Emergiste ante los ojos,
cual querubín cantando su candor.
Enredados en tu voz,
los pliegues de esos tímpanos míos,
Empalados de trinos celestiales,
Quedaron
Cual rosa roja
tu presencia dulcificó,
los sentires internos de mi vida.
Era espuma de ola de mar,
Deslizándome
sobre el oleaje de la marejada del océano
de esas devociones tuyas.
Ayer tarde,
al mirar tu preciosura,
Cual caballero andante, a tus pies,
Prendado quedé.
bambam