Indios de raza aguerrida,
Y de bélicos ardores,
Hallan los descubridores,
Allá en mi tierra perdida.
La mujer de tez curtida,
En las tribus Borinqueñas,
Con su mirada alagueña,
El hombre blanco se luce.
Terminando con su cruce,
La raza puertorriqueña.
Lo hijos de tierra ibera,
Cuando a mis playas llegaron,
Los amores conquistaron,
De la india sandunguera.
El arroyo la ribera,
En el valle y la colina,
Al blanco que fue su ruina,
Le dio su encanto y hechizo.
Y de ellos nació el mestizo,
Con ascendencia latina.
Respondiendo a su destino,
Sucumbió el indio tan bravo,
Y entonces al negro esclavo,
Trajo el español ladino,
Con la negra fue mezquino.
Y contra la ley divina,
El la hizo su concubina,
En el solar hogareño.
Y entonces nació el trigueño,
Con mezcla de sangre fina.
Ahí de África que el sol abraza,
Y lava fría ser Síberia.
Entre opulencia y miseria,
Se fue fundado mi raza,
Y allí no es raro si casa,
Un blanco y una trigueña.
O con la rubia norteña,
Un moreno de prestigio.
Porque ese tiene un vestigio,
De la raza borinqueña.
Letra de Plácido Figueroa.