Diaz Valero Alejandro José

El grillo con antenas de alambre y alas de cartón IV (cuento final)

CUARTA PARTE

ENTRE QUILPINO Y ALDISPE

 

Quilpino era un pueblo donde existían muchos campos y muchos labriegos, por tal razón Avilio consideró que allí podría vivir tranquilo. De manera que dirigió vuelo hacia ese lugar para probar suerte.

 

He aquí su experiencia:

 

Y prosiguió:

 

-Este pueblo llamado Quilpino me agrada, hay un clima fresco y mucha vegetación así que, si nada me molesta viviré aquí el resto de los meses que me faltan de vida.

 

En realidad ya Avilio estaba acostumbrado a viajar de pueblo en pueblo, y por más comodidades que encontró en Quilpino, un día de tantos decidió viajar a otro pueblo cercano, fue así como llegó al pueblo de Aldispe.

 

Su curiosidad y empeño en conocer distintos lugares lo empujaban a realizar esas grandes travesías que muy pocos grillos son capaces de hacer.

 

Al llegar al pueblo de Aldispe vivió feliz entre arbustos y gramas guarecido bajo inmensas rocas y bañado por la luz del sol que lo acompañaba cada mañana.

 

Pronto comprendió que había transcurrido un año desde su salida de Estrauro, su pueblo natal y en consecuencia el invierno estaba próximo en llegar y con él llegaría, el fin de su ciclo vital, sin embargo eso no le importaba, Avilio sabía que otros grillos de su descendencia nacerían en Aldispe y podrían al igual que él hacer vida sin tener que hacer el largo recorrido que él tuvo que hacer.

 

Una mañana soleada, cuando Avilio más tranquilo estaba, el cielo y las nubes anunciaban tormenta, era el comienzo del invierno, un invierno copioso que azotó al pueblo de Aldispe y que inundó campos y praderas.

 

Nunca más se supo del grillo Avilio, solo se escuchó el susurro de una nube que lo vio pasar junto a ella y comentó al viento que iba muy feliz; que ya no llevaba sus antenas de alambre ni sus alas de cartón, Avilio era ya un grillo como todos, un insecto cantarino que se alejaba de la tierra desparramando su canto y dejando con su ausencia el bello recuerdo de su existencia.

FIN  

 

 

Avilio el grillo de corazón grande

llenó su vida de emoción

aún teniendo antenas de alambre

y sus alas de cartón.

 

Habiendo nacido en Estrauro

viajó al pueblo de Lusanquio

con su equipaje en mano

recorrió senderos amplios.

 

Voló por Mosdrini también

y por Sesenie igualmente

sin embarcarse en ningún tren

ni en aviones, como la gente.

 

Llegó al pueblo de Quilpino

y finalmente llegó a Aldispe

allí se sintió divino

y vivió días felices.

 

Y un día de lluvia

con la llegada del invierno,

Avilio voló como nunca

por las inmensidades del cielo.

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Autor: Alejandro J. Díaz Valero

Maracaibo, Venezuela