Soy viejo. Y es por eso que yo recuerdo a Franco,
el gran liberador, nuestro omnímodo caudillo,
el que al pueblo adoctrinó de modo tan sencillo.
Y constancia dejar quiero en este cuadernillo
de otro gran predicador que no se queda manco.
Apellido ha de un cinturón, el tal Correa,
de nombre Rafael. Ignoro si fue de aquel
que lo aprendió. O es quizás que él conserva en su anaquel
panfletos y discursos a los que el sigue fiel.
¡comprendo a quien al no poder comparar, no crea!
La patria, palabra tan hermosa y denostada,
el pueblo, aquel por el que siempre ellos dan la vida,
pobres, la clase trabajadora tan sufrida,
los niños, la infancia que es futuro tan querida,
¡soflama, solo piensan en ellos, resto nada!
Propaganda, esa es la clave, todo es propaganda,
el Caudillo en la plaza arengando a sus leales,
Correa en sabatinas y en todos los canales
de televisión, normas que el mismo hizo legales,
alabanzas dándose a sí mismo que es quien manda.
Todo está muy bien analizado, calculado,
para ellos conseguir perpetuarse en el poder,
¡poco les preocupa a quienes tengan que joder!
hasta el punto tal de llegar incluso a aborrecer
a esa chusma de inocentes que a ellos han votado.