Ella tirita a razón de tanto frío,
mimándome pretende encontrar calidez,
pero mi piel está muerta,
no consigue asirse a mí pues soy un tempano de hielo que se derrite.
Nos alejamos por un instante,
Me pierdo entre el humo,
y las notas absurdas que zumban en mis oídos deshacen su exceso.
Sentado en un altoparlante al fondo de la habitación,
Sofoco mi visión emergida y resguardo la razón de su embriaguez.
Espero indeciso recibir la descarga de palabras obscenas que forma,
Espero las necedades de alguien que perdió su orgullo
Y el disfraz de su sexo corrompido.
Baila,
tan patéticamente quiere hacerme suyo,
es cierto lo que la ignorancia precisa:
Ella es un demonio adorable,
aprendió a amar tan corruptamente;
es un ángel confuso en el sendero del oprobio.
He deducido que más que una amiga, es mi verdugo.