mario mena mena

Merodea siempre

Merodea siempre como un animal depredador

tiene sus rutinas de caza, sus horas y estrategias

camina sigiloso y ni siquiera se siente su paso

se camufla exacto con la piel del alma humana

y donde nos acostumbramos esconder.

 

Escoge esos momentos de distancia y soledad,

cuando el ser se aletarga, se enferma y desfallece,

y le permite confundir descanso con renuncia

y adormece el alma con su ronroneo de gato inmenso.

 

Lento con su imperceptible paso, viene y va la fiera

esperando un estado total de abandono, de descuido

para asestar su zarpazo de cuchillos fríos

Estimulando te distancies de tu cuerpo y ti mismo,

de Dios, de la vida, de los otros, de todo lo vivo,

con la carnada de que la soledad es tu ecosistema,

o que simplemente necesitas un tiempo y más espacio.

 

El depredador sonríe malicioso entre las sombras

animando a su presa al descuido y desconectarse

a no tener presente la familia y los amigos

a caminar con el alma desacomodada entre los huesos,

y a desear discurrir lentamente por sus venas.

 

Este animal certero tiene paciencia y no se cansa

acecha enfrente de todas las casas

acostumbra echarse a la sombra de los patios

y sus ojos de fuego pueden verse en el cuarto oscuro

donde se esconden los tristes más tristes, deprimidos.

 

Esa fiera no es inmortal, puede ser vencida y acabada

retomando la acción en pequeñas tareas continuadas

declarándose enemigos de la tristeza y la lástima

creyente de la vida, de la gente y la esperanza.

Esta fiera desfallece y muere al menor brote de fe

en el Padre de la vida y  de todas las almas.