Me senté en un banco de la plaza
y vi a una golondrina muerta en la vereda.
Unos niños con uniforme de primaria
la tocan con un palo y se van.
Luego pasa un señor de traje muy apurado
la mira
y sigue su camino.
Una señora la ve
pone cara de asco
y cambia de dirección.
Llega un anciano
la patea hasta el pasto
y la cubre con hojas.
Media hora después
dos empleados municipales
la meten dentro de una bolsa negra
-junto con las hojas-
y se ponen a charlar.
Está por anochecer
miro hacia el cielo
y veo que las golondrinas
llegan de a miles formando círculos
para luego aterrizar en los álamos
donde esperan dormir.
No saben que un tipo
se prepara para tirar unas bombas
de estruendo
y así espantarlas.
Me fui apurado a casa
cerré todo
me tapé como se
tapa un pájaro con sus alas
tampoco dormiré esta noche.