José Adolfo Fernando

Soberbias

Mi cuerpo, mi barca estacionada sobre pilones está esperando la primavera, esperando y renunciando

Mi cuerpo está envuelto en mantos de soberbia de tantos instantes, tantas demoras, tantos ciclos de migraciones, de Exilios, de rutilantes tempestades.

Una voz vino desde el aire patrio para cuestionarme sobre rubros conocidos por cada ser de Gaïa, llegó envuelta  en risa, o sonrisa, lacónica u otra ‘ónica’ no lo sé. La pregunta fue respecto al “Yo Soy” de ayer, y me dice ¿dónde está el ‘Vengo’? ¿Dónde el ‘Voy’?  Allí no me detengo, le dije pues trato de rimar.

Y cuando rimo, no es mi pensamiento consabido ni estudiado, ni reflexionado, ni cualquier otro ‘ado’ que el lector quiera agregar. Cuando Rimo, son mis manos que escriben, son mis uñas  que se esconden, o mis dientes que se afilan, que se yo.

Cuando rimo en este Laberinto mío, estoy recorriendo mi duodeno, mis esquinas del epiplón. Estoy en la fuerza de mi índice, señal de conciencia y de futuro.

 Estoy en mi ombligo, restos de mi unión con mi nido

Cuando rimo, tanto me resuena en mis oídos, como también se esconde en mis más secretos pliegues de mi lóbulo frontal, en la terrible y horrible plataforma límbica, donde residen los demonios que mis ancestros han acorralado en leyes y Super-Egos. Cuestión del bien vivir.

De dónde vengo o adónde voy, está fuera de mi canasto hoy por hoy.

Aquí dejo testimonio del camino hacia mi Centro atravesando espejos cóncavos, aquéllos que me transportan sin querer queriendo al Infinito de mi Cuerpo