Desde la soledad de mi destierro,
sin ti, al cielo alzo un grito,
sangrando sentimientos por escrito,
con el olvido en espada de hierro.
Sufrí tanto el amor, que hoy entierro
la bondad entregándome al delito,
en el mundo de sombras que ahora habito,
ya no eres la tabla que al hundirme me aferro.
Al desaparecer la paz en mi lecho,
no estás conmigo, no te estrecho,
eres cuerpo ausente en recuerdo enamorado.
Eres continuo dolor que ahora gozo,
eres mansa sonrisa y el trémulo sollozo,
que se libera de mí, desahuciado.