Me miro en el espejo,
no veo mi reflejo
sino el de ese cadáver
que observa desde dentro
-¿Qué haces tú por aquí?
-¿yo? yo vengo a por ti
¿o es qué acaso no sabes
que tú, ya vives muerto?
-¡No, no es realidad!
eres pura maldad,
no te puedo creer.
Lo tuyo es, un entuerto.
-¿Y qué te hace pensar
qué no soy la verdad?
Vuelve y vive otra vez
este acontecimiento.
¿Llegó tu amada a ver
qué tú ibas a su encuentro?
Tú quisiste abrazarla
con tus brazos, ceñirla,
apretarla, estrujarla,
respirar con su aliento.
¿Cómo te respondió ella?
ella pasó de largo
sin percibir siquiera
la presencia, de ese algo
que la esperaba yerto.
-¡Oh, santo cielo!
no digas eso
no es la verdad
eso no es cierto.
Sigo viendo, pensando
huelo, toco, lamento,
mi amor sigue presente,
aquí, bien dentro.
Y yo, sigo existiendo,
al menos mi conciencia
sabe lo que está haciendo
-Existes, cierto,
Pero sólo en tu mente
y yo vengo a por ti
para hacerte consciente
de que todo eso aquí
al menos para ti,
va desapareciendo.
-¡Espera!
Esa luz que se acerca…
-Es la luz que te atrae
tu tiempo se acabó
si algo no terminó
esto ya se decae
porque el tiempo pasó
-¡No! Es otra luz
que llena mi aposento,
es mi ángel de la guarda
que atiende mi plegaria
y yo… ya estoy despierto.
Cecilio Navarro 27/03/2015